Texto por Biol. Oscar S. Aranda Mena. Fotografías: Manuel Angel Aranda Portal y Oscar Aranda.
Existe una realidad absoluta: Que el mundo no gira alrededor nuestro. Vivimos en un mundo que gira y cambia constantemente… Y no estamos solos. En cada rincón del planeta; en cada océano, en cada árbol o en cada pedazo de jardín, existen otras criaturas además de nosotros, con sus propias vidas qué vivir y problemas qué enfrentar. En el mundo natural no se vale deprimirse o meterse en la cama esperando que llegue un nuevo día. Se vive y se sigue adelante. Tal vez, si fuéramos un poco más observadores, pacientes y receptivos, encontraríamos que, en la naturaleza, sobran ejemplos de valentía, generosidad y perseverancia.
En este breve viaje al mundo donde siempre suceden cosas interesantes, deberá usted hacer a un lado sus prejuicios. Deberá dejarse llevar por las acciones y los hechos, sin importar quiénes son los autores de semejantes proezas inspiradoras, pues muchos de esos ejemplos pueden venir de quien menos imagina: una araña, un murciélago, un pulpo o una garza, por mencionar a unos pocos. No hablaré de ellos, sino de sus hazañas.
Se dice que el altruismo no existe en la naturaleza, y que es un término humano que no puede ser extrapolado al mundo natural. Sin embargo, y le pese a quien le pese, la búsqueda del bien común y sacrificarse para lograrlo es real. Muchos animales se protegen unos a otros y establecen extrañas sociedades en busca de un bien común, haciendo a un lado el egoísmo y el individualismo, llegando a hacer un verdadero trabajo en equipo, aún sin hablar el mismo idioma. Algunos sacrificarán parte de sus alimentos para compartirlos con quienes tuvieron un mal día. Otros sacrificarán momentos importantes de ocio para velar por la seguridad de los demás, mientras que otros más encontrarán aliados para superar obstáculos o simplemente, para pasar una noche segura, cálida y confortable. La crianza y la educación son temas que muchos animales se toman de verdad en serio, sacrificando literalmente sus vidas y dedicándose a cuidar no sólo a su numerosa familia, sino a otros que han quedado huérfanos. A todo ellos se brinda la misma atención, defendiéndolos y enseñándoles las pautas de comportamiento necesarias para sobrevivir. Sin duda hay quienes necesitarían haber sido criados y educados de ésta forma.
La paciencia y la prudencia son fundamentales para sobrevivir, y tal vez sean uno de los mayores ejemplos a seguir. Acechar con paciencia es la clave de una cacería exitosa, pero esperar pacientemente a que tu depredador se retire, te garantiza la supervivencia. Ahí cuenta la prudencia, donde hay que conocer los riesgos y los límites de lo que se hace, y eso es algo que los animales saben hacer muy bien. En nuestra vida humana, la mayoría de los accidentes podrían evitarse, simplemente atendiendo a ese instinto básico que hemos suprimido casi por completo.
Otra acción que todos deberíamos de tener presente es muy sencilla aunque difícil de llevar a cabo: Saber disfrutar de cada momento, y vivirlo como si éste fuera a ser el último. Sin importar que se trate de un delfín o de un escarabajo, siempre hay un momento para todo. El descanso es primordial, y los horarios se cumplen, ya que de ello depende un buen desempeño al día siguiente. De la misma manera, las cosas que se hacen se hacen siempre con entrega y decisión. Si hay que comer se trabajará duro para obtener la comida, y si hay que descansar, se descansará de verdad.
La comunicación en el mundo natural es imprescindible y perpetua. No sólo es útil para hacer alianzas, encontrar pareja o alimento, sino también para reafirmar jerarquías, socializar y sobrevivir. En el mundo natural no hay un “sí pero no” (el clásico -no quiero pero no me atrevo a decírtelo-). Sólo hay sinceros “no puedo” o “tengo otras prioridades”, sin provocar rencores ni resentimientos. Simplemente la vida sigue y se sigue viviendo. Y hablando de la comunicación, basta pensar en cómo los humanos modernos hemos perdido esa profunda conexión con la naturaleza. Hace miles de años, nuestros ancestros ya sabían interpretar los mensajes de la naturaleza, y les prestaban atención, actuando en consecuencia. Ahora, aunque estamos destruyendo el planeta, todos somos un poco ciegos y sordos.
En nuestra vida diaria, y en el día a día, es indispensable que encontremos y mantengamos un equilibrio entre nuestras acciones y en nuestras actitudes. Aunque nos cueste reconocerlo, la naturaleza nos ayuda a conectar nuestro espíritu con los estados emocionales más inspiradores: Despierta nuestra capacidad de asombro y genera sentimientos de paz, amor y armonía. Sólo necesitamos abrir nuestros sentidos para ver y escuchar el maravilloso mensaje de la naturaleza. Así que no lo olvide, sólo necesita algo que es vital para lograr lo que nos proponemos: ¡La voluntad de hacerlo!
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