Orugas: fascinantemente extrañas

img_8076b-copyrightTexto y Fotografías por Biol. Oscar S. Aranda Mena

Cuando el médico me dio su diagnóstico, por un momento me quedé pasmado: “Usted sufre de pápulas eritemato-edematosas muy pruriginosas de características evanescentes”. Dicho en palabras mundanas, tenía muchas ronchas en el brazo y me daban una comezón incontrolable, causadas por la picadura de una oruga que rocé accidentalmente mientras caminaba en la selva. Se trataba de una de aquellas orugas “peludas” de las que todos procuramos mantenernos alejados y que acertadamente son conocidas como “gusanos quemadores”. Mientras las mariposas figuran entre los seres más bellos y simpáticos de la naturaleza, sus formas inmaduras, conocidas comúnmente como orugas o gusanos, son todo menos apreciadas o admiradas. Con algunas excepciones, se les considera una plaga o al menos se les señala como seres indeseados debido a su voracidad al alimentarse de las plantas, sin ningún otro interés aparente. Cuando mi esposa se enteró que pretendía escribir sobre las orugas, insistió que no lo hiciera porque las considera “soberanamente aburridas y poco interesantes”, al grado de utilizar el término “orugante” para definir el aburrimiento máximo.

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Probablemente tenga razón, pero a mí me parecen fascinantes por esa gran variedad de formas, colores y hábitos tan variados, pero sobre todo por esa vida secreta que llevan por dentro y que llegada su hora les permitirá transformarse en unos hermosos seres de alas multicolores y tornasoladas que tanto admiramos. Por ello las mariposas y polillas, en su etapa de regordetes juveniles, merecen ser apreciadas desde un punto de vista diferente al tradicional. ¿Sabía, por ejemplo, que algunas orugas llegan a crecer hasta 20 veces su tamaño al nacer, consumiendo hasta 27 mil veces su propio peso, y que hay orugas cazadoras-carnívoras que devoran otros insectos?, ¿Sabía que su cuerpo tiene 3 secciones como cualquier insecto: cabeza, tórax y abdomen, aunque por su gordura aparentan tener sólo un un abdomen con cabeza? A diferencia de los 5 ojos y las 6 patas que tienen todos los insectos, las orugas tienen 12 ojos y 16 patas, de los cuales los 7 ojos y las 10 patas sobrantes desaparecerán al convertirse en adultos.

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Durante el tiempo que viven como orugas (alrededor de 4 semanas) sólo tienen que preocuparse por comer, y como crecen tan rápido deben “mudar” de piel cada semana, pudiendo cambiar radicalmente su forma y color en cada muda, debido en parte a su vulnerabilidad y a lo apetitosas que pueden llegar a ser para sus depredadores. Para protegerse han tenido que desarrollar técnicas de defensa y camuflaje extremadamente originales, que van desde aparentar ser un excremento de ave (que por cierto lo hacen muy bien), o construirse una “concha protectora” hecha a base de seda y trocitos de madera, hasta simular ser un palo seco. Algunas en cambio han desarrollado llamativos colores de advertencia o emiten un olor sumamente desagradable cuando se les molesta, y muchas otras se han cubierto con espinas tóxicas para volverse “intocables”. Y hablando de ésas orugas cubiertas de pelitos irritantes, la reacción física ocasionada por su picadura se define con el término médico de “erucismo”, que proviene del latín eruca (polilla), ya que la mayoría de las larvas de polilla los tienen, y mi consejo es mejor no tocarlas.

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En cuanto a la cuestión de si las orugas son interesantes o no para la ciencia, resultan ser de mayor utilidad de lo que podría esperarse, ya que tienen un interés sorprendente, principalmente médico y veterinario. Esto es en gran parte gracias a que absorben los componentes de las plantas de las que se alimentan, que los científicos pueden detectar mediante técnicas tan originales como estudiar a las orugas mismas o analizar sus “caquitas”. Por ejemplo, se están investigando las propiedades de una oruga que vive bajo tierra en el Tíbet y que se cree podría contribuir a la creación de nuevos medicamentos para el asma, la diabetes, la artritis reumatoide, las enfermedades cardiovasculares y hasta el cáncer, gracias a su aparente capacidad de mejorar el sistema inmunitario.

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Para terminar con éste pequeño tributo a las orugas mencionaré al gusano de seda (Bombyx mori), probablemente la oruga más famosa de la historia y creadora de magníficos ropajes que han vestido al ser humano desde hace más de 5,500 años. Antes de convertirse en polilla y para protegerse del clima y de sus depredadores, teje alrededor de sí mismo su capullo con un único hilo de hasta 900 metros de largo, que luego es hilado cuidadosamente por los artesanos. Estudiando al gusano de seda se descubrieron unas hormonas que regulan el desarrollo de los insectos, lo que ha permitido la creación de insecticidas de nueva generación, mucho menos agresivos y tóxicos para el medio ambiente y el ser humano, que actualmente se utilizan ampliamente en animales de granja y algunas mascotas para el control de numerosos parásitos externos como garrapatas, pulgas, etc.

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Orugas y gusanos los hay por doquier, tanto buenos como malos, y lo mismo ocurre con las personas. Como se que es muy probable que no cambie de parecer respecto a las orugas, cito al libro -El Principito-, que dice: “Tendré que soportar dos o tres orugas si quiero conocer a las mariposas”. Esto significa, en sentido figurado, que como ocurre con las personas desagradables, no nos queda más que aguantarlas, pues a final de cuentas, después de las orugas llegarán las mariposas.

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