Un caleidoscopio de colores: Las Mariposas

Texto y Fotografías por Biol. Oscar S. Aranda Mena

Pocos animales pueden considerarse verdaderos rivales de mariposas y polillas. Las aves deben su color a las plumas, mientras que estos hermosos bichitos se lo deben a las escamas. Bienvenido a un mundo de diversidad de colores y formas, bienvenido al mundo de las mariposas.

Definiendo a las mariposas

Conocidas también como lepidópteros, cuyo nombre deriva de las palabras griegas “lepis” (escama) y “pteron” (ala), este nombre se refiere justamente a las millones de minúsculas escamas que cubren no sólo sus alas sino su cuerpo entero. Este orden de clasificación biológica comprende además de las mariposas diurnas, a las polillas o mariposas nocturnas y las mariposas “saltadoras”, sumando en total alrededor de 200,000 especies. Se sabe que surgieron hace unos 100 millones de años, aunque muchos científicos creen que pueden ser más antigüas, y su evolución ha ido siempre de la mano de las plantas con flores. Se las encuentra en todos los hábitats posibles, en infinitas variedades, colores y tamaños que superan nuestra imaginación. La combinación de colores y formas está diseñada para 2 propósitos: Por un lado, para llamar la atención de los miembros de su propia especie, ya sea para impresionar a su pareja o para desafiar a algún rival. Por otro lado, existe una exorbitante cantidad de animales que se alimentan de ellos, por lo que utilizan las variaciones y combinaciones de color para advertir su desagradable sabor o toxicidad, o para camuflarse en el medio en donde viven. Curiosamente, las escamas de las mariposas incorporan colores que escapan a nuestra capacidad visual, por lo que algunos colores resultan invisibles para la mayoría de los vertebrados pero increíblemente llamativos para sus congéneres.

La variedad en formas y colores es muy amplia, pero todas
están cubiertas de escamas en su cuerpo. Algunas están
modificadas, dando la apariencia de ser pelos.

La guerra entre plantas y mariposas

Al haber evolucionado junto con las plantas, ambas se han enfrentado en una batalla por la supervivencia: Las plantas intentan evitar que se las coman, mientras que las mariposas buscan formas de superar los obstáculos para lograr alimentarse de ellas y sobrevivir. Todas las plantas ha desarrollado algún compuesto tóxico que afecta de algún modo a los herbívoros. Cada especie de lepidóptero posee los medios necesarios para enfrentarse a éstas toxinas, ya sea asimilándolas o almacenándolas para luego usarlas como su propio método de defensa, lo que les ha dado una singular ventaja contra depredadores como las aves u otros insectos, y hasta son capaces de poner huevos tóxicos o venenosos.

Las orugas absorben algunos compuestos tóxicos a los que son inmumes,
almacenándolos como futuras armas químicas para defenderse de
sus depredadores. Muchas cuentan con mecanismos adicionales de
defensa, como irritantes espinas que rodean su cuerpo.

Machos considerados y atentos

Todo aquel que gusta de observar a las mariposas, sabe que un excelente lugar para encontrarlas es en las orillas de charcas o lodazales, paradas sobre el suelo en días soleados. Comúnmente se cree que se detienen para beber agua, pero hace algunos años se descubrió que sólo los machos tienen éste hábito, y que en realidad no tiene nada que ver con el agua, sino con el sodio, indispensable para el funcionamiento de sus músculos y nervios. Cuando se convierten en adultos, todas las mariposas poseen en sus cuerpos el sodio necesario para funcionar adecuadamente, pero las hembras necesitan “proveer” la necesaria ración de sales de sodio a cada uno de los huevos que producen, lo que significaría una peligrosa deficiencia de sodio en sus cuerpos. Para asegurar el futuro de las hembras y en consecuencia de su descendencia, los machos durante el apareamiento le dan desinteresadamente a la hembra un “paquete” de sodio junto con su esperma, por lo que igualmente se ven en la posterior necesidad de reponer las sales de sodio, que encuentran en lugares donde la evaporación del agua concentra este elemento. Si no hay agua o lodazales, algunos machos son capaces de utilizar sus probóscides (la llamada “lengua”) para “embarrar” su saliva en rocas secas o incluso lamiendo la piel de algún sudoroso humano que pase por el lugar.

La búsqueda de sales de sodio puede hacer que una mariposa se
vuelva "temeraria" y busque éstos minerales en el sudor humano.

 El milagro de la metamorfosis

Si bien la metamorfosis es un proceso que se presenta en muchos tipos de insectos, crustáceos, moluscos y hasta en anfibios, es comúnmente identificada con las mariposas, pues el cambio que se produce de huevo a oruga, de oruga a pupa y de pupa a mariposa es de las transformaciones más extraordinarias, sorprendentes y repentinas del mundo animal. La oruga es en sí una máquina devoradora de materia vegetal que muda de piel mientras crece, convirtiéndose finalmente en una pupa inmóvil, donde se transforma mágicamente en una hermosa mariposa que nace con las alas “desinfladas”, y que cuenta con un órgano bucal especializado para beber el néctar de las flores. Tan sólo unos minutos después de haber emergido, el adulto es ya una máquina voladora que derrota cualquier esfuerzo humano por igualar su eficiencia con costosa tecnología. Qué mejor ejemplo que el de las mariposas Monarca (Danaus plexippus), que en su épico viaje migratorio pueden cruzar el océano Atlántico, volando sin descanso hasta 1,900 Kilómetros. Resulta difícil de creer que un animal con un peso de no más de medio gramo (0,018 onzas), pueda heredar genéticamente el conocimiento de una ruta migratoria tan compleja como la que recorren anualmente de Canadá y Estados Unidos a México.

 La Mariposa Monarca es una de las especies mejor estudiada, y aunque
es famosa por sus migraciones en Norteamérica, puede haber poblaciones
no migrantes y otras que se desvían de sus rutas tradicionales,
fundando nuevas colonias, como ha ocurrido en Europa.

Tal como ocurre en el mundo de las mariposas, la metamorfosis es un cambio tan profundo que modifica en su totalidad la forma y hasta la dieta de las mariposas. Ojalá algún día, nuestras mentes sufran esta metamorfosis, un cambio radical en nuestra forma de pensar, que nos permita ver más allá de la belleza exterior de los animales, y nos haga valorar a todos y cada uno de los seres vivientes del planeta, respetarlos y cuidarlos. ¿Evolucionaremos algún día? Yo confío en que sí.

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