Texto y fotografías Por Biol. Oscar S. Aranda Mena
En esta ocasión, quisiera hacerle un poco de justicia a la creciente e importante cultura del reciclaje y de responsabilidad ambiental. Desafortunadamente no me resulta fácil cuando, a pesar de que somos muchos los que cada día nos sumamos al esfuerzo por no llenar nuestro planeta de basura, las mismas empresas son quienes nos engañan (y probablemente son engañadas también) respecto a la contaminación que generan los empaques de sus productos o las bolsas en las que nos los entregan al llevárnoslos a casa. Me refiero en particular a las bolsas que los supermercados y tiendas de conveniencia utilizan para que podamos llevarnos la compra a casa, mismas que distribuyen gratuitamente y sin ningún miramiento. Nos las dan en todas partes, hasta en la tienda de la esquina, aún cuando no las necesitamos. A veces, sin darnos cuenta, llegamos a casa con al menos una decena de bolsas que tarde o temprano y con un poco de suerte, irán a parar directamente a un depósito legal de basura donde serán recicladas o enterradas. Sin embargo, muchas de ellas, por no decir la gran mayoría, acabarán en las calles, en los campos, y finalmente en nuestros ríos y mares.
Posiblemente, preocupado por la “bio-degradabilidad” de las bolsas, haya usted leído alguna vez lo que está impreso en algunas de ellas: Aunque muchas no indican nada, otras señalan que las reutilices y que tengas cuidado en que no se conviertan en basura. Algunas señalan que son bolsas “100% degradables” y también encontrará bolsas “100% Oxo-Biodegradables”. Para quienes no tenemos el tiempo de investigar a fondo lo que éstas etiquetas significan, podrían dejarnos tranquilos al pensar que ya no estamos contaminando el planeta y que éstas bolsas volverán a formar parte del medio ambiente, tal como ocurre con una hoja de un árbol. Desafortunadamente no es así, pues la Tierra no puede ni podrá por sí sola, digerir el plástico.
Bolsas que se vuelven “invisibles” para nosotros
Que no las veamos no significa que no estén ahí, o que no contaminen. Las nuevas tecnologías han integrado algunos compuestos químicos que hacen que en cuestión de un tiempo relativamente corto, y con la ayuda de los rayos UV del sol, las bolsas de plástico se fragmenten en trozos minúsculos e imposibles de detectar a simple vista (de ahí el uso de términos “Oxo“ o “degradable”). El hecho de poder convertir a una enorme bolsa plástica en millones de pequeñas e invisibles micro-bolsitas de plástico que “naturalmente” se integrarán al medio ambiente, hace que a éstas bolsas se les clasifique como “biodegradables”, aunque a éstas partículas les tomará hasta cientos de años degradarse por completo. Los análisis científicos indican que apenas el 30% del contenido de una bolsa de estas características logra ser efectivamente bio-degradada, es decir, que casi su totalidad sigue contaminando.
Ha llegado la Micro-Basura!
Apenas la ciencia se ha comenzado a dar cuenta de la realidad: Se ha creado una nueva forma de contaminación que está fuera de control y que amenaza causar más y mayores problemas que los que se están intentando solucionar. Por una parte, la nueva producción de bolsas tiene una “caducidad programada”, lo que las hace inviables en un periodo de alrededor de un año, y eso genera una mayor producción de plásticos. Otro aspecto importante a considerar es que ahora, todas esas bolsas de “nueva generación”, ya no pueden reciclarse, por los aditivos que llevan… Es decir, que irremediablemente pasan a formar parte de esa basura que no se puede volver a aprovechar. Por otra parte, se ha descubierto lo que se ha denominado como “Micro-Basura”, y que es tan pequeña que se mezcla con el plancton, pasando a formar parte inevitable de TODA la cadena alimenticia en el mar y sus zonas de influencia. Se ha descubierto que además de componer el 65% de la basura que hay en el mar, la Micro-Basura funciona como una “esponja”, absorbiendo los contaminantes con los que está en contacto en el agua y convirtiéndose en una partícula de “plástico súper-tóxico”. Tras ser ingerida, ésta libera todos los contaminantes que ha absorbido, junto con los químicos tóxicos con los que fue originalmente fabricada. Es ampliamente conocido que las sustancias químicas que se utilizan en la producción del plástico pueden provocar daños fisiológicos, genéticos y reproductivos, lo que nos debe hacer reflexionar sobre lo que está sucediendo y las consecuencias que esto acarrea en la salud de los océanos y de todos los seres vivos.
Finalizo con una reflexión sobre qué es lo que nosotros, como “usuarios” del supermercado y del autoservicio podemos hacer: En algunos países las bolsas de plástico “gratuitas” están prohibidas, lo que obliga a los consumidores a utilizar menos bolsas. Algunas cadenas de supermercados se han rehusado a utilizar las bolsas degradables, recurriendo a la producción de bolsas hechas con plásticos reciclados. Este es un gran paso, pero la mejor y más efectiva acción que todos podemos tomar es muy sencilla y simple de implementar: Debemos utilizar bolsas reutilizables, que son más grandes, duraderas y resisten mucho peso. De esa forma evitaremos generar más basura contaminante e innecesaria. En nuestras manos está que hagamos la diferencia. O elegimos cargar con el peso de los plásticos tóxicos y contaminantes sobre nuestras espaldas, o cargamos orgullosos nuestras bolsas reutilizables y 100% ecológicas.
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