Texto por: Biol. Oscar S. Aranda Mena. Fotografías por: Manuel A. Aranda Portal y Oscar Aranda.
Una de las migraciones más extrañas y a la vez espectaculares que aún tenemos la fortuna de poder presenciar en la actualidad, es sin duda la que realizan las mariposas Monarca (Danaus plexippus). Es el mes de noviembre cuando éstas mariposas inician su descanso invernal en México, provenientes de sus zonas de reproducción en el norte del Continente Americano, cruzando desiertos, zonas de cultivo y ciudades enteras para llegar a los cada vez más amenazados bosques de oyamel en los Estados de Michoacán y Estado de México, donde permanecen letárgicas hasta los primeros indicios de la primavera, cuando el incremento de las temperaturas les permite retomar fuerzas para iniciar su recorrido de vuelta a casa.
La Mariposa “Milagro”
Hay quienes la denominan así por lo que su migración conlleva: Una odisea que involucra a 4 generaciones distintas de mariposas: Las mariposas que vuelven de México depositan sus huevos en EEUU y Canadá, donde nacerán 3 generaciones cuyo ciclo de vida no necesita migrar, ya que encuentran durante la primavera y el verano las condiciones adecuadas para vivir. Al acercarse el otoño, será la cuarta generación la que “sienta” la necesidad de migrar para evitar las condiciones de frío extremo que imposibilitarían su supervivencia. Es así como los tataranietos de quienes migraron el año anterior, serán quienes vuelvan al mismo sitio donde han invernado sus ancestros por incontables generaciones.
Son capaces de viajar entre 45 y 120 Km por día (una impresionante proeza para un animal que pesa menos de un gramo), recorriendo una distancia de al menos 3,200 kilómetros. Para obtener la energía necesaria, las mariposas realizarán paradas de descanso y alimentación en todo tipo de lugares, por lo que no es raro verlas visitando las flores de nuestros jardines en plena ciudad o verlas en lugares remotos y zonas costeras de México. Cuando son orugas las mariposas se alimentan de muchas variedades de plantas llamadas “algodoncillo” o “venenillo”, de donde obtienen y almacenan las sustancias tóxicas que les protegen de la mayoría de sus depredadores. Aún así, y contrario a lo que se cree, las Monarcas sí tienen depredadores, pues a pesar de poseer toxinas conocidas como «cardenólidos» hay algunos animales que además de soportar su irritante sabor, son inmunes a su veneno como algunas arañas, las mantis, algunas de aves y roedores.
Además de la depredación natural, miles y miles de mariposas mueren durante su viaje migratorio, ya sea por agotamiento, por sed ó congelación ó inclusive por cruzar una autopista volando a baja altitud, como ocurre en muchas ocasiones.
A pesar de que la Monarca es nativa de Norteamérica, ésta especie ha llegado a habitar permanentemente lugares como Centroamérica, las costas occidentales de Europa, Australia, Nueva Zelanda, etc., y se cree que llegaron ahí transportadas por fuertes corrientes de aire a gran altitud durante sus migraciones. Lo cierto es que aunque ésta especie puede verse y disfrutarse en muchos lugares del mundo, sólo aquellas que nacen en el Este de Estados Unidos y Canadá emigran a México, y aún existen grandes misterios sobre su comportamiento que esperan ser resueltos con el paso de los años.
Los Santuarios de la Mariposa Monarca
Para proteger la mayoría de las colonias invernales de mariposas y sus hábitats, el Gobierno mexicano creó en el año 2000 la “Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca”, que a su vez fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2008, y que alberga al menos a 8 santuarios (lugares de descanso invernal), de los 12 conocidos actualmente. Desde el 22 de noviembre y hasta marzo, algunos santuarios estarán abiertos al público para poder observar de cerca a éstos lepidópteros en su descanso invernal. El resto de los santuarios y la ubicación exacta de las colonias permanecen celosamente protegidos del impacto del ser humano. Los santuarios más recomendados para visitar son el Santuario de Sierra Chincua (muy cerca de Angangueo, Michoacán) y el Santuario de El Rosario (en Ocampo, Michoacán).
Se desconoce a ciencia cierta cuántas mariposas migran cada año, pero se sabe que pueden superar varios cientos de millones de individuos. Estas cifras pueden sonar tranquilizadoras, pero desde hace 15 años los científicos han registrado una disminución de hasta el 81% de su población original. Un estudio reciente pone en duda la supervivencia a largo plazo de la especie, y a finales de enero del 2014 la WWF publicó información que asegura que la superficie que las monarcas han ocupado este año, ha disminuido en más del 40% con respecto al año anterior. Al parecer, la erradicación paulatina de las plantas más tóxicas, está dando lugar a que las plantas de las que ahora se alimentan son menos tóxicas y no obtienen el veneno suficiente para librarse de la mayoría de sus depredadores.
¿Será posible que evitemos su desaparición? Eso espero, pues dada la gran variedad de hábitats y peligros a los que se enfrentan durante todas las etapas de su vida, se requieren esfuerzos importantes de todos los ciudadanos, granjeros, madereros y gobiernos no sólo de México sino de EEUU y Canadá, donde los impactos sobre sus poblaciones debido a las actividades agrícolas y la pérdida de hábitat son muy altos. Aquí se aplica el dicho que versa “Pequeñas acciones, grandes cambios”… Que así sea, por el bien de las Monarcas, y por el bien de la humanidad.
Debe estar conectado para enviar un comentario.