Una lección ejemplar es la que sin duda nos dan estas magníficas aves cuando de responsabilidad se trata. El macho selecciona la ubicación del nido, y proporciona el material para su realización. La hembra por su parte se encarga de darle forma a su gusto y total satisfacción, teniendo siempre la última palabra. Ambos padres incubarán los huevos, atentos a los sonidos que desde antes de salir de su huevo emiten los polluelos, haciéndole saber a sus padres si tienen calor o frío. Los incuban de pie por 28 días, pero cuidarán de sus escandalosos pichones por 75 días, hasta que puedan valerse por sí mismos. La última foto es sin duda un genial ejemplo de la unión familiar que impera en ese nido.
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