Texto y Fotografías por Biol. Oscar S. Aranda Mena
Los pescados y mariscos son un elemento de gran importancia para la dieta humana, y la esperanza de la humanidad está puesta en el océano como un proveedor interminable de alimentos para la humanidad. Hay varias cosas de las que todos y cada uno de nosotros deberíamos de ser más conscientes al consumir productos del mar, pues la mayoría de ellos llegan a su mesa cargados de desoladoras historias de destrucción y desperdicio.
El camarón y las redes de arrastre
La pesquería del camarón es la industria más destructiva del planeta. Las técnicas de “arrastre” de sus redes están alterando los fondos marinos y volviéndolos inhabitables. A su paso, arrasan con todo lo que está frente a ellas, atrapando a una infinidad de animales que luego serán “desechados” al mar muertos o moribundos. Por cada tonelada de camarón que se captura, hasta 10 toneladas de peces, invertebrados, tortugas marinas y hasta mamíferos marinos se han capturado y desperdiciado, sin olvidar la destrucción que han causado detrás, al destruir los animales que viven en el fondo (como corales o esponjas) y que son el equivalente en tierra a árboles, plantas y arbustos que permiten que en esos ecosistemas vivan más animales. Es como si taláramos las selvas de Puerto Vallarta para poder obtener los mariscos que consume la ciudad. El resultado final son desiertos bajo el agua. ¿Cómo es posible que los gobiernos permitan una industria tan destructiva? La respuesta es la demanda de estos productos en el mercado.
Un barco camaronero preparado para iniciar el arrastre de sus redes. Al hacerlo destruyen y matan todo a su paso.
La captura accidental
No existe ningún método infalible y todas las técnicas de pesca comercial tienen daños colaterales. Si bien es increíble la cantidad de daños que la pesca de camarón produce, la pesca del atún debe ser mencionada también. Los métodos para capturar los grandes cardúmenes de atún implican el despliegue de gigantescas redes que “rodean” al cardúmen, y que poco a poco son remolcados al jalar las redes a los barcos. En ese proceso, y a pesar de los esfuerzos por evitarlo, gran cantidad de delfines, tortugas marinas, tiburones, etc., mueren antes de poder ser liberados de la red. Lo mismo sucede en cada una de las pesquerías existentes, donde ni siquiera las aves se libran del peligro.
La sobrepesca
La demanda de productos del mar crece año a año, por lo que los gobiernos incentivan el crecimiento de las pesquerías. Según la SEMARNAT (agencia mexicana del medio ambiente), en los últimos 25 años el esfuerzo pesquero se ha incrementado un 600%, mientras que éste esfuerzo apenas logró incrementar las capturas en un 30%, a pesar de que ahora existen sistemas modernos para localizar vía satélite y con sofisticados radares a los bancos de peces, lo que ha hecho que la población de peces en el mar sea capturada en una velocidad mayor a la que éstos necesitan para crecer y llegar a la talla mínima para reproducirse. Es decir, que se están sacando más peces de los que se reproducen en el mar, mismos que son necesarios para alimentar a otros animales oceánicos como ballenas o delfines.
La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) estima que actualmente el 80% de las poblaciones de peces comerciales están explotadas a su máxima capacidad, sobreexplotadas o agotadas, incluyendo al atún, el tiburón y el bacalao, además que el 70% de éstos apenas llegan a tallas juveniles. Las sardinas, boquerones y anchovetas son también capturados en cantidades cada vez mayores para ser utilizados en gran medida para producir harinas que se utilizan en la elaboración de alimentos para mascotas, ganado, peces de acuicultura, etc.
La falta de depredadores ha permitido a peces pequeños como sardinas, anchovetas y boquerones incrementar su población, pero la industria humana las está capturando en tales cantidades que ahora los barcos pesqueros compiten directamente con las ballenas, privándolas de su preciado alimento.
Las piscifactorías y el cultivo intensivo
Si bien la acuicultura está creciendo exponencialmente para sustituir el consumo de animales capturados en el mar, ésta se ha enfocado en animales de fácil cultivo como ostiones, mejillones, camarones y peces de agua dulce, y aún no ha sido posible hacerlo de la misma forma con los peces marinos. Aunque se cree comúnmente que la acuicultura es una alternativa “verde” que evitará el colapso de las pesquerías en los océanos, la realidad es que recientemente se ha hecho público que los alimentos que se utilizan en su cultivo, están compuestos en su mayoría por derivados de peces capturados en el mar. Esto hace que la acuicultura no sea ni ecológica ni sustentable, pues contribuye a agravar la penosa situación de la sobreexplotación de nuestros mares.
Resulta increíble que pagemos tan poco dinero por una lata de atún o por un filete de cazón (tiburón), sabiendo el costo tan alto que está pagando la naturaleza por nuestro “gusto” por la comida del mar. Los bajos precios de pescados y mariscos no nos ayudan a sensibilizarnos de la problemática tan grave que existe, y mucho menos de cómo nuestras decisiones de consumo están contribuyendo al problema. Es muy importante que al momento de elegir, estemos conscientes de la técnica con la que éstos productos se obtienen.
En lo personal me encanta el sabor de algunos productos del mar, pero desde hace algunos años lo he omitido totalmente en mi dieta. Fue una decisión difícil, criticada e incomprendida por quienes me rodean, quienes se deleitan comiendo éstos productos sin sentir remordimiento alguno. No los culpo, pues son platillos deliciosos, pero prefiero sentirme bien conmigo mismo, pues el placer de saber que hago algo bien, aunque sea insignificante para el mundo entero, es más duradero que el placer que dan estos platillos en mi paladar. ¡Quiero un mar lleno de peces y delfines, de ballenas gordas y tiburones felices!
¡Excelente artículo! No tardará mucho en llegar el día en que los países pelearán por la pesca llegando incluso a conflictos armados. Como ejemplo reciente, tenemos a Japón, un súper consumidor de recursos marinos que se atreve a plantar cara a la todopoderosa China con tal de controlar los caladeros cercanos al archipielago Senkaku/Diaoyu. ¿Alguien se acuerda del conflicto entre Canada y España por el fletán? O se racionaliza la pesca a nivel mundial o conseguiremos océanos y mares inertes para las próximas generaciones.
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Muy cierto Toni, y gracias por tus comentarios. El problema es en última instancia el consumidor final, quienes demandamos estos productos, sin importarnos a qué precio se obtengan. No debemos esperar a que no se capturen (y en consecuencia no se distribuyan) especies en peligro de extinción, cuando la misma FAO reconoce que la mayoría de las especies que se comercializan están en franco riesgo y sus poblaciones están siendo diezmadas drásticamente, como el Bacalao. Si existiera más información, estoy seguro que más y más personas elegirían consumir alguna otra especie que no se encuentre en riesgo. Debemos reconocer que la problemática la genera la demanda, como ocurre en el mercado negro y el comercio ilegal de productos como el marfil, carey, pieles exóticas, etc. ¡Nuestra mejor arma es el conocimiento!
Saludos.
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