El maravilloso (e ignorado) mundo de las flores

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Texto y Fotografías por Biol. Oscar S. Aranda Mena

No imagino una sociedad sin flores. ¿Cómo demostrar tantos sentimientos sin una flor? Más allá de su importancia económica y social, las flores juegan un papel esencial e inimaginable en el mundo natural.

La flor, en su descripción más sencilla

No pretendo hacer un tratado sobre la biología de las flores, por lo que evitaré hablar de la compleja fisiología que las forma y de los aburridos nombres que se utilizan para describir cada una de sus partes. Basta con decir en términos generales que una flor es simplemente el órgano reproductor de las plantas, permitiéndoles producir descendencia, tal y como lo hacemos los animales. La diferencia radica en que, dado que éstas no pueden desplazarse para buscar pareja y reproducirse, han debido valerse de métodos ingeniosos para hacer que “otros” sean quienes se encarguen de efectuar la fecundación; llámense insectos, aves o inclusive mamíferos. Para ello, se valen de atractivas formas, fragancias y colores que les permiten atraer a sus inocentes sirvientes, así como de deliciosos premios que la planta sacrificará para atraer a quienes realizan este imprescindible trabajo.

Granos de polen acumulados en las patas de ésta abeja. 
En cada visita a las flores, éstos granos se van adhiriendo
a sus cuerpos, acumulándolos en sus patas para facilitar
su transporte. Algunos quedarán adheridos a otras flores y
permitirán la fertilización.

El polen (esas pequeñitas bolitas amarillas y pegajosas que nos hacen estornudar al oler una flor); es su material genético, y si bien hay muchos insectos que se alimentan de él, la flor ofrece algo más sabroso y abundante, y menos costoso para producir. Es así como el néctar, que no es más que agua azucarada producida desde lo más profunda de la flor, provee un nutritivo alimento y obliga al visitante a restregarse y llenarse de polen, que será intercambiado en la próxima flor que visite en busca de más alimento.

Dosificado es mejor

Dado que la producción de flores, polen y néctar representa un gasto energético considerable para la planta, le resulta imposible proporcionar a sus sirvientes néctar en cantidades abundantes e ilimitadas. Por ello ha optimizado sus recursos, asegurándose de que insectos, aves y mamíferos se vean en la necesidad de regresar en intervalos regulares, sin poder saciarse. Así, cada visitante quedará espolvoreado con sucesivas cargas de polen y las distribuirá a otras flores en la zona.

Las flores ofrecen pequeñas cantidades de néctar y polen, 
para asegurarse que sus visitantes regresen regularmente.

Esclavos especialistas

Suministrar la recompensa en pequeñas cantidades no es la única restricción que las plantas imponen para obligar a que sus sirvientes les presten el servicio que necesitan, pues deben asegurarse que su valioso polen llegue a otras plantas de la misma especie. Para ello, algunas plantas han desarrollado formas caprichosas e inaccesibles que les permiten asegurarse que tan sólo unas pocas especies (o incluso sólo una), puedan tener acceso al néctar y en consecuencia al polen, garantizando así el correcto destino de su material genético, sin desperdicios energéticos.

La gran mayoría de las flores presentan algún tipo de especialización que en alguna medida beneficia a alguna especie particular de visitante. Los grandes cactus, característicos de las tierras mexicanas, tienen por ejemplo una floración muy específica, donde sus enormes y blancas flores se abren exclusivamente de noche, permitiéndole a los murciélagos alimentarse de su abundante néctar. En algunos casos, la especialización ha llegado a tal grado, que tanto la planta como su usuario se vuelven totalmente dependientes, y la desaparición de alguno de ellos significaría la extinción del otro. Tal vez uno de los ejemplos más extremos e interesantes sea el de una orquídea que no necesita molestarse por brindar alimento, ya que se asemeja tanto a un abejorro, que el macho de ésta especie fertiliza la flor al intentar aparearse con ella.

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Este murciélago está especializado en alimentarse del néctar
de las flores de las cactáceas y algunas otras plantas.
Tienen un hocico y una lengua alargados para llegar
al fondo de la flor.

Los humanos, herederos florales

Faltaría espacio para mencionar todos los usos que se le dan a las flores en nuestra vida diaria, desde usos culinarios hasta ornamentales. Tal vez, lo más sobresaliente es cómo las flores han influido nuestras vidas desde hace más de 5,000 años. En las sociedades prehispánicas las flores no eran solamente decorativas, sino que formaban parte de un simbolismo basado en el respeto y la preocupación por el bienestar de los dioses, que se manifestaba en los elementos de la naturaleza, es decir, trascendían más allá de lo vano y terrenal.

Actualmente, nuestras tradiciones heredadas nos han permitido relacionar a las flores con aspectos agradables, induciendo valores emocionales positivos. «Dilo con flores» es una frase comúnmente utilizada, que nos ayuda a exteriorizar sentimientos que normalmente evitamos decir. Regalar flores es una práctica común, pero existe algo mucho mejor: Si quiere regalar flores, mejor regale una planta que de flores. De esta forma, no sólo mostrará sus sentimientos, sino que estará regalando una fuente de vida y de esperanza, pero sobre todo, que dará felicidad no sólo por un par de días, sino por momentos interminables.

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