Un momento único captado para siempre. Ningun animal en cautiverio o disecado puede transmitir las sensaciones que una fotografía puede contagiar.
Texto y Fotografías por Biol. Oscar S. Aranda Mena
¿Quién de nosotros no ha recibido un mensaje con fotografías de paisajes increíbles o animales majestuosos, y nos hace sentir “un poquito” más cerca de la naturaleza? En ocasiones, para algunos de nosotros, ese es nuestro momento más cercano a la naturaleza en mucho tiempo, ya sea por falta de tiempo o de dinero.
De la pintura a la fotografía
Desde tiempos ancestrales, los humanos hemos intentado plasmar permanentemente un momento especial, un paisaje o un escenario natural. Así surgieron los primeros petroglifos y las primeras pinturas rupestres, y poco a poco, hemos pasado de la ilustración hacia la fotografía. Hace un par de décadas, la fotografía de la vida silvestre era una actividad que estaba al alcance de muy pocos. Biólogos y ecólogos utilizaban los métodos tradicionales de “hacer ciencia”, capturando y cazando a sus presas para insertar sus cuerpos inertes en colecciones científicas, para aprender más sobre su biología y sus hábitos.
La pintura fue un recurso muy importante para nuestros ancestros, quienes plasmaban lo que para ellos era importante, transmitiendo y perpetuando el conocimiento.
La fotografía como método científico
Poco a poco la ciencia ha recurrido cada vez más a la fotografía para dar validez a trabajos de investigación sobre la vida silvestre, recolectando evidencias fotográficas irrefutables y manteniendo a los animales vivos y libres en su medio natural. Poblaciones enteras de ballenas, delfines, jaguares y hasta del tiburón ballena han sido estudiadas a través de las fotografías. Imagínese tantos animales de hábitos esquivos y que viven en lugares remotos y de difícil acceso. Mucho de lo que se conoce sobre éstos animales ha sido gracias a la fotografía de éstos animales, que en muchos casos tienen rasgos únicos que les permite ser identificados individualmente.
El caso del Jaguar es un caso muy especial, pues es como un fantasma, autor de historias y mitos, pero rara vez observado. Hoy en día, gracias a las “trampas fotográficas”, se sabe que hay una población de jaguares en el Estado de México. A pesar que nunca fue observado, uno de estos animales fue fotografiado por una cámara oculta a 1,840 metros de altura sobre el nivel del mar, un lugar donde pocos imaginarían que el jaguar podría existir.
La población de ballenas jorobadas ha podido ser contabilizada gracias a la fotografía, ya que sus colas son como huellas digitales, al tener patrones de coloración y marcas únicas para cada individuo.
De la cacería con armas, a la cacería fotográfica
Hoy en día la fotografía es una herramienta indispensable, sea con propósitos de investigación o de simple ocio, y la cacería fotográfica ha comenzado a sustituir a la cacería tradicional, donde el trofeo no es el animal mismo, sino una fotografía que plasma un momento irrepetible y único, de un ser vivo sorprendido in-fraganti en su medio natural. Tal vez el mejor y más famoso ejemplo ocurrió en África, donde personalidades de todo el mundo iban de cacería, introduciéndose en las selvas y sabanas africanas en busca de un trofeo que tras horas o días de acecho, terminaría descansando inerte y sin vida, sobre un muro frío en un país distante.
Fotos que trascienden y crean conciencia
Contrario a los animales disecados como trofeos de caza, una fotografía es el mismo resultado de paciente búsqueda, pero que no sólo muestra a la especie que fue sorprendida, sino que es capaz de transmitir un mensaje, causar sensaciones y crear emociones que pueden contribuir a la sensibilización de quien la admira, ayudando en última instancia a la protección y conservación del mismo animal y de su hábitat. Ahora, África es uno de los sitios del mundo donde los safaris fotográficos se realizan comercialmente, dejando ingresos económicos mucho mayores a los que se percibían a través de la cacería con armas.
La fotografía de la naturaleza es una actividad que ha crecido exponencialmente durante las últimas décadas. Esto contribuye a la conservación de los sitios naturales y al respeto a la vida silvestre.
Enseñar lo desconocido a los habitantes de la tierra, fue y sigue siendo una de las aplicaciones más prácticas de la fotografía, traspasando fronteras y culturas de una forma tan dinámica, que puede además transmitirnos conocimientos sobre el clima, las estaciones, la geología, la fauna y la flora del lugar donde ésta fue tomada.
Tal vez, ésta sea la mayor bondad y el mejor atributo de la fotografía: Te da lo mejor del planeta, sin hacerle daño alguno. ¡Eso es verdaderamente genial!
Soy tu Pa. Todo el artículo está muy bien llevado, las fotos estupendas como siempre y el mensaje final de no «hacerle daño al planeta», sería el deseo más grande que todos quisiéramos compartir y convencer. Saludos. Felicidades.
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Muy cierto!
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